Javier Milei ha sufrido este jueves la mayor derrota política desde que asumió el poder, hace 18 meses. La oposición en el Senado, unida y sin disidencias, aprobó un paquete de leyes que aumentan el gasto fiscal. La más relevante es una subida de las pensiones de 7,2%, al que agregaron la media sanción de dos proyectos que dan más fondos a las provincias.
El Gobierno vio detrás de la votación un atentado contra el superávit fiscal, su principal bandera electoral, y salió como una tromba a denunciar un “intento de golpe institucional”. El presidente ya advirtió que vetará las normas y las llevará a la justicia, en un intento por demorar su aplicación hasta al menos después de las elecciones de octubre. Espera, dijo, que “la libertad arrase en las urnas” y los “degenerados fiscales” se rindan a partir de diciembre ante un Parlamento que ya no será solo un bastión opositor.
El Gobierno esperaba una derrota legislativa de magnitud, aunque no estaba preparado para que fuese con los dos tercios de los votos, un número mágico que a futuro bastaría para revertir un veto presidencial. Los 24 gobernadores del país ya habían adelantado que estaban hartos de que el Gobierno celebrase como un gran triunfo un superávit fiscal que se financia, en buena parte, con el dinero que la Nación no envía a las provincias en concepto de coparticipación. Esos fondos son recaudados por el Gobierno central, pero no le pertenecen. Durante las últimas semanas, acordaron dos proyectos para aumentar la llegada de dinero desde Buenos Aires. La oposición kirchnerista se subió a la movida de las provincias y en la misma sesión aprobó la subida de las pensiones, la declaración de emergencia para las personas con discapacidad y un fondo que Milei había vetado para Bahía Blanca, una ciudad bonaerense arrasada por las inundaciones.
Los gobernadores, muchos de ellos aliados del Gobierno y clave en la aprobación de las leyes que Milei consideraba imprescindibles para su plan de desguace del Estado, le habían soltado la mano. La paciencia se acabó cuando La Libertad Avanza decidió, además de ahogarlos financieramente y negarse a negociar, desembarcar en sus distritos con candidatos propios para las elecciones legislativas. Fueron a fondo y si el presidente pretende defender el superávit deberá negociar con ellos.
“Vamos a vetar. Y si aún se diera la circunstancia, que no creo, que el veto se cae [con el voto de los dos tercios del Senado[, lo vamos a judicializar”, advirtió Milei. Negociar está en contra del ADN del Gobierno ultra. Milei insiste en que todo marcha según al plan: el electorado leerá el mazazo legislativo como un golpe “de la casta”, es decir “los malos”, contra “el mejor Gobierno de la historia”, como repitió este jueves el presidente durante un discurso en la Bolsa de Comercio. El resultado final, según esta lógica, será un gran triunfo electoral.
Previo a la sesión, el Gobierno había denunciado sin matices que el kirchnerismo, al que eligió como enemigo pese a la variedad del voto opositor, estaba detrás de un intento de golpe institucional. El primer disparo fue de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, reconvertida en halcón de la ultraderecha luego de su salto desde las filas de Pro, el partido de Mauricio Macri. “El kirchnerismo planea un golpe institucional en el Senado, plantándole a la vicepresidente una reunión autoconvocada y agujerear los éxitos económicos del gobierno que tanto nos han costado a los argentinos”, escribió la ministra en X.
El argumento del Gobierno fue que los senadores no pueden convocar a una sesión si no hay previamente un llamado de la presidencia del Senado, en manos de la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Completó la estrategia de denuncia el jefe de Ministros, Guillermo Francos, quien suele ser el rostro más amable del Gabinete. “Creo que la irregularidad de la sesión es clara. Es una especie de sesión autoconvocada por el kirchnerismo para tratar todas leyes que afectan el equilibrio fiscal. Esto viene a ser como una especie de golpe institucional del organizado por el kirchnerismo”, dijo.
La vicepresidenta mantiene una pésima relación con Milei, que a estas alturas ya puede considerar una ruptura total, y recibió fuego amigo. Necesitados de enemigos, en la Casa Rosada achacaron a Villarruel la responsabilidad de avalar con su presencia una sesión que consideraron inválida. Milei la trató de “traidora” en un discurso que dio en la Cámara de Comercio, mientras Bullrich la acusaba de apoyar a “la corporación política más abyecta de la historia”. Villarruel, un negacionista de la dictadura, le achacó a Bullrich que en su juventud había integrado “una orga de terroristas” —por su pasado en Montoneros, la guerrilla peronista— y le recordó que el Senado, donde están representadas las provincias, tiene la potestad, si consigue el quorum, de sesionar ”guste o no“ el temario del día.
Al desconcierto discursivo del Gobierno se sumaron los trolls de la ultraderecha financiados con dinero público. El Gordo Dan, el nombre en redes de Daniel Parisi, un youtuber que como líder de las Fuerzas del Cielo oficia de vocero inorgánico de Milei, llamó a “sacar los tanques a la calle”, mientras se sumaban mensajes que pedían dinamitar el Senado “con todos los legisladores dentro”. El Trumpista, otra cuenta vinculada a la Casa Rosada, pidió a Milei “armar milicias populares, entregando armamento ciudadano para facilitar el cierre del Congreso”. La senadora peronista Juliana Di Tullio adelantó en medio de la sesión que presentará contra todos ellos una denuncia por “intimidación pública, apología del delito y amenazas”.