La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 ha generado la conciencia, y la urgencia, de impulsar la autonomía estratégica de Europa y poner en marcha la mayor operación de rearme de su historia. No solo frente a ese conflicto a las puertas del territorio de la Unión Europea, sino en respuesta a todos los desafíos geopolíticos que actualmente sacuden el tablero internacional, de la escalada en Oriente Próximo al shock que ha supuesto para el continente la segunda llegada a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump. De todos estos retos se habló este martes en la edición especial de World in Progress, el foro de análisis económico, político y de pensamiento organizado por el Grupo Prisa.
La situación de Ucrania ocupó uno de los paneles de esta cita organizada en Chantilly (Francia), que coincidió con el inicio de la nueva cumbre de la OTAN en La Haya. Pavlo Klimkin, exministro de Asuntos Exteriores de Ucrania (2014-2019), advirtió de que “Europa está muy fragmentada” y de que las ansias imperialistas del presidente ruso, Vladímir Putin, no van a quedar circunscritas a las fronteras ucranias. “Después irá a por otros países”, aseguró, en un intento de trasladar la idea de que Europa se juega mucho ante una potencial victoria rusa en su país.
“Si Putin ganase y fuera capaz de mantener el control sobre los recursos ucranios, incluidos los humanos, comenzaría a intentar dominar Europa”, señaló en conversación con EL PAÍS. “Europa no es solo algo geopolítico. Es un asunto realmente emocional para Rusia, porque se trata de volver al lugar legítimo que le corresponde en la historia, según consideran ellos”, añadió.
Klimkin confía en que la OTAN “no salga más debilitada de la cumbre” y espera que se redefina para adaptarse al siglo XXI, “no solo para producir más armas juntos”, sino en el sentido de “movilizarse para sostener el estilo de vida occidental; de estar abiertos a los demás, pero también ser muy claros en que la OTAN es capaz y está dispuesta a defenderse”, añadió a preguntas sobre el resultado de la cita en La Haya.
Mejorar la autosuficiencia y la independencia de Europa frente a las agresiones y los desafíos externos sitúa en un lugar destacado a la industria de la defensa, como señalaron los directivos de empresas del sector que participaron en la cita. Henri Seydoux, director general de la tecnológica Parrot, explicó la importancia de la tecnología en la guerra de Ucrania y cómo la proliferación de los drones ha cambiado completamente el conflicto desde la invasión rusa en febrero de 2022. “El frente depende en gran medida de internet”, aseguró. La producción en Ucrania de drones FPV, los más conocidos, superó el millón de unidades en 2024 y el país quiere manufacturar hasta tres millones este año, explicó. “Pero los rusos también son muy buenos y hacen tres veces más”, alertó Seydoux.
“La guerra de drones es buena ilustración de la tecnología de hoy”, apuntó el director general de Parrot, que empezó fabricando drones para uso civil, pero se vio desbordado por la competencia china y reenfocó la producción hacia la seguridad y el armamento. “El dron es omnipresente en el frente, es el objeto más utilizado, y eso ha convertido el frente en extremadamente peligroso y extremadamente letal”, añadió. Las líneas de los ejércitos están actualmente separadas por más de 10 kilómetros por ese motivo.
“Cuando llegué a Bruselas hace cinco años apenas se hablaba de autonomía estratégica”, aseguró Josep Borrell, ex alto representante para la Política Exterior de la UE. Hoy el concepto atraviesa todos los debates y se ha convertido en una cuestión urgente. Para Borrell, la imposición del 5% del PIB en el gasto de defensa por parte de Estados Unidos se hace “solo para demostrar quién manda”. “No le veo ninguna lógica, no es realista y puede ser hasta contraproducente”, añadió en conversación con EL PAÍS. La posición de España, que no ha querido comprometerse a una cifra concreta, es “razonable”, en su opinión.
