La bomba llegó en forma de carta. La secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS son sus siglas en inglés), Kristi Noem, escribió este jueves a las autoridades académicas de la Universidad de Harvard para comunicarles que la Administración de Donald Trump les revocaba su potestad para admitir estudiantes extranjeros.
La medida supone una escalada en el acoso de la Casa Blanca a la institución de educación superior más antigua y pudiente de Estados Unidos, a la que acusa de incitar el “antisemitismo” y el “terrorismo” en su campus. Para doblegar a la universidad, los funcionarios de Washington ya habían congelado cerca de 2.700 millones de fondos federales y amenazan con rescindirles la exención fiscal de la que disfrutan.
La medida causó estupor entre profesores y alumnos de la prestigiosa universidad. A continuación, una serie de preguntas y respuestas sobre un ataque sin precedentes a la libertad académica de un símbolo de la Ivy League.
¿Quiénes están afectados?
El anuncio afecta a los participantes del Programa de Intercambio de Estudiantes de la Universidad de Harvard, que ya no podrá admitir nuevos estudiantes internacionales. A los que ya forman parte de ese programa, el DHS urge a que se cambien de universidad o se expongan a ser expulsados.
Según los números de matriculación de la propia institución, hay unos 6.800 estudiantes extranjeros en Harvard, en torno al 27% del alumnado. Es una cifra que ha crecido enormemente (y es directamente proporcional a las elevadas matrículas que pagan, si no están becados): los alumnos de intercambio han aumentado un 19,7% desde 2010.
¿Cuándo entra en vigor la prohibición?
En la carta, Noem decreta la suspensión “con efecto inmediato”. “Esto significa que Harvard ya no puede inscribir a alumnos extranjeros y que los que estén ahora cursando sus estudios deberán cambiar de universidad o perderán su estatus legal”, aclaró este jueves un comunicado de prensa del DHS.
Se entiende que la medida se aplicará en el curso 2025/2026 en cumplimiento de una amenaza hecha en abril que llega en el mes en el que han acabado las clases por este año. No está claro hasta qué punto cambiarán los planes de los cursos de verano, que, como aclaraba este jueves uno de sus profesores, se nutren “en gran medida” de alumnos internacionales.
¿Qué quiere Noem?
La carta de este jueves es consecuencia del tira y afloja que han protagonizado en las últimas semanas Harvard y el DHS, que solicitó información confidencial a la universidad sobre sus estudiantes extranjeros. “Esta Administración responsabiliza a Harvard de fomentar la violencia, el antisemitismo y por coordinarse con el Partido Comunista Chino en su campus”, escribe Noem. “Es un privilegio, no un derecho, que las universidades matriculen a estudiantes extranjeros y se beneficien de sus matrículas más caras para contribuir a aumentar sus multimillonarios presupuestos”.
La secretaria del Gobierno de Trump ofrece una salida a Harvard, a la que da “72 horas” para facilitar a las autoridades los datos que les exigen, entre ellos, grabaciones de video o de audio que sirvan para identificar a quienes hayan participado en protestas en el recinto de la universidad en Cambridge, localidad contigua a Boston.
¿Cómo ha reaccionado Harvard?
Con un comunicado. Al poco de conocerse el último ataque de Trump, un portavoz llamado James Newton dijo que se trataba de una “represalia” y de que era “ilegal”.
“Estamos plenamente comprometidos con mantener la capacidad de Harvard para acoger a estudiantes y académicos internacionales, provenientes de más de 140 países, que enriquecen enormemente a la Universidad y a esta nación”, declaró Newton. “Estamos trabajando con rapidez para brindar orientación y apoyo a los miembros de nuestra comunidad. Esta represalia amenaza con causar graves daños a la comunidad de Harvard y a nuestro país, y socava la misión académica y de investigación de Harvard”.
¿Puede el Gobierno ordenar algo así?
Es dudoso. Conceder los visados que los alumnos necesitan para cursar sus estudios es potestad de las autoridades migratorias de Estados Unidos, así que podrían negarse a concedérselos a los aspirantes a ingresar en Harvard. Lo que genera más dudas es que puedan hacerlo en bloque, sin estudiar caso por caso, y eso da que pensar que llegarán las demandas, como ha sucedido con decenas de otras medidas ejecutivas adoptadas por la Administración de Trump.
¿Y ahora qué?
Varios analistas legales confían en que Harvard usará esas 72 horas para obtener una suspensión cautelar de la prohibición en los tribunales. La universidad ya acudió a ellos el mes pasado para oponerse a los intentos del Gobierno de cercenar su libertad académica.
La resistencia de la prestigiosa institución a los ataques de Trump, gracias, en parte, a sus saneadísimas cuentas, se ha convertido en un símbolo, frente al doblegamiento de la universidad neoyorquina de Columbia. “El DHS ya está arrestando y buscando deportar a estudiantes por participar en actividades políticas protegidas que [Trump] desaprueba”, advierte en otro comunicado Will Creeley, director legal de la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión (FIRE son sus siglas en inglés). “Si Harvard cediese ante las peticiones ilegales de la secretaria Noem, más estudiantes podrían enfrentarse a tales consecuencias. La exigencia de la administración de un estado de vigilancia en Harvard es un anatema para la libertad estadounidense”.