El actual alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, se perfila como nuevo presidente de Rumania tras imponerse al candidato ultraderechista, George Simion, en la segunda vuelta de las repetidas elecciones. Este matemático, de 55 años, anunció a mediados de diciembre su candidatura a la Jefatura de Estado, después que el Tribunal Constitucional anulara el primer envite de los comicios de noviembre que ganó el ultranacionalista Calin Georgescu —inhabilitado para estos comicios— por presunta injerencia rusa en redes sociales. “Los bucarestinos no pueden vivir bien si a Rumania no le va bien”, argumentó Dan, que ha financiado la campaña en gran medida con donaciones privadas y reembolsos del Estado.
Llevaba cinco años al frente del Ayuntamiento, donde llegó como independiente, sin estar afiliado a ningún partido político, aunque respaldado por una alianza de varias formaciones de derechas. Ya se le conocía por su activismo cívico. Fundó en 2006 la Asociación Salvar Bucarest, con la que frenó numerosas demoliciones de edificios emblemáticos y logró notoriedad en manifestaciones en las que exigía parar la rapacidad de los intereses inmobiliarios y la corrupción institucional para proteger el patrimonio arquitectónico.
Natural de Fagaras, una localidad incrustada en el corazón de Transilvania, Dan estudió en la prestigiosa Escuela Normal Superior de París, un modelo de enseñanza que trajo a su vuelta al país en los años noventa con la creación de un centro en la capital rumana para la investigación académica.
Lanzó su carrera como político en 2012, cuando quedó tercero en su primer intento de alcanzar el Consistorio capitalino. Tres años más tarde, constituyó la Unión Salvar Rumania (USR), pero volvió a perder la elección a la Alcaldía en 2016. Un año después, dimitió de su propio partido por divergencias con miembros de la formación sobre el concepto de familia tradicional.
Sin embargo, su ambición por ser alcalde no disminuyó hasta que finalmente lo consiguió hace cinco años gracias al apoyo de su anterior facción política y del Partido Nacional Liberal. El pasado año, revalidó el cargo con el 46% de los votos ya como independiente.
Su estilo de gestión está caracterizado por ser tecnócrata y evitar el conflicto político, concentrándose en las soluciones administrativas. De talante reservado y modesto, se declara proeuropeo y crítico con Rusia, aunque hay medios que lo acusan de aceptar donaciones de un empresario con opiniones prorrusas.
Derechos sociales
Casado y con dos hijos menores, se identifica como cristiano ortodoxo, al tiempo que critica la colaboración política excesiva con la Iglesia. Sobre el tema del aborto, Dan tomó una postura cautelosa. Aunque asegura apoyar el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, recalca que hay matices relativos a la edad del feto, lo que provocó críticas por ambos lados. También mantiene una postura de equilibrio sobre los derechos del LGTBI y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Considera que es la sociedad, y no la clase política, quien debe decidir estos temas.
Dan, que conduce un coche de 1986 y con deudas bancarias considerables, aboga por reformar el servicio secreto después de criticarlo por su gestión en las presidenciales del pasado año y sostiene de manera firme la ayuda a Ucrania, así como la consolidación de la capacidad defensiva de Rumania.