La victoria del bando liberal en las elecciones legislativas de 2023 convirtió a Polonia en un ejemplo de resistencia de los valores europeos frente a la deriva del populismo ultra. El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha reconducido desde entonces a Varsovia desde los márgenes al centro de la UE. Pero el viaje no ha terminado. Los polacos vuelven a votar este domingo para elegir presidente, el copiloto del primer ministro al frente del país. De nuevo, están en juego dos modelos: el que busca la apertura al profundizar y reforzar las alianzas en la Unión frente al nacionalista euroescéptico que amenaza los pilares europeos. El que se sienta con Emmanuel Macron, Keir Starmer y Friedrich Merz para apoyar a Ucrania frente a Rusia o el que busca aliados en Donald Trump o George Simion.
Los 30 millones de votantes tienen 13 candidatos entre los que elegir. La mayoría en la derecha del arco político, muchos de ellos en el extremo. Las encuestan descartan que ninguno logre más del 50% de votos necesario para ganar en la primera vuelta. La segunda, prevista para el 1 de junio, será según los sondeos un duelo entre los favoritos. De un lado, el alcalde de Varsovia liberal y proeuropeo, Rafal Trzaskowski, por la Plataforma Cívica (PO) de Tusk. Frente a él, el historiador nacionalista Karol Nawrocki, expresidente del Instituto de Memoria Nacional y candidato no afiliado apoyado por Ley y Justicia (PiS), de Jaroslaw Kaczynski.
La diputada de PO Agnieszka Pomaska, parafrasea a Trzaskowski para explicar “con bastante claridad” qué se juega el país en estas elecciones. “Se trata del futuro de Polonia y de su decisión de si quiere estar más en Occidente o en el Este”, resume el discurso del alcalde este jueves en Szczecin, junto a la frontera alemana. Si los votantes terminaran eligiendo a Nawrocki, subraya la diputada por teléfono, significaría un retorno al conflicto permanente con Bruselas que definió los ocho años de Gobierno ultraconservador, entre 2015 y 2023.
Para Ley y Justicia, los comicios del domingo tienen un significado existencial. Como explica el vicepresidente de PiS, Patryk Jaki, colíder del grupo euroescéptico de Conservadores y Reformistas Europeos, “en Polonia el presidente tiene competencias reales”. El conservador Andrzej Duda, que dejará la jefatura de Estado tras agotar los dos mandatos máximos que le permite la Constitución, ha ejercido su derecho de veto para bloquear la agenda reformista de la coalición de Gobierno liberal.
“Estamos en contra de trasferir competencias de los Estados a la Unión Europea”, afirma el dirigente de PiS, que resume otros temas sobre los que ha girado la campaña de su partido. Además de esa defensa de la soberanía nacional frente a la integración europea, Jaki subraya el modelo económico: “Si tomaremos la dirección de lo que llamamos locura verde o si volveremos a las raíces”. También menciona la inmigración y “la regulación de la libertad”, en relación con un proyecto de ley que criminaliza la incitación al odio.
El jefe de Estado en Polonia no solo tiene la última palabra en el proceso legislativo. También depende de su firma los nombramientos de jueces y otros altos cargos, como los embajadores, y tiene un papel activo en política exterior, aunque es el Gobierno quien tiene las riendas. Pomaska subraya que el candidato apoyado por PiS es “un elemento más de la ola populista” que amenaza la unidad europea. “Sus alianzas estarían en cualquier movimiento y partido antieuropeo”, dice, tanto los que atacan desde fuera como desde dentro.
El martes Nawrocki y Simion, el candidato ultra que este domingo aspira a convertirse en presidente en Rumania, hicieron campaña juntos en la ciudad polaca de Zabrze. “Cuando ganemos el 18 de mayo, construiremos juntos una Europa de valores, una Europa de patrias, en la que no permitiremos que la UE se centralice y convierta a Polonia y Rumania en provincias”, dijo Nawrocki. El político rumano, que tiene a Bruselas en tensión a la espera del desenlace, añadió: “Debemos volver a luchar por la libertad, por nuestros derechos, nuestros valores cristianos y nuestras familias”.
“Rusia está feliz”, comentó Tusk sobre el encuentro en un irónico mensaje en X. En un momento geopolítico crítico en el que Europa se siente amenazada no solo por el régimen de Vladímir Putin, sino por una Administración estadounidense cada vez más hostil, la seguridad ha vuelto a ser uno de los temas centrales de la campaña electoral polaca. El primer ministro y su equipo han denunciado maniobras de desinformación, cibertaques y acciones híbridas rusas, como el incendio de un centro comercial en Varsovia el año pasado.
Pero aunque unos y otros intentan vincular al adversario con Putin, en realidad si algo une a los polacos es su profunda aversión hacia Rusia y su apuesta por la defensa para protegerse frente a la amenaza del Kremlin. Polonia, fronteriza con Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado, es el país de la OTAN que más gasta en defensa en relación al PIB, con un 4,7%, y los partidos mayoritarios están de acuerdo en superar el 5%.
Hasta ahora y pese a la conflictiva relación histórica con Ucrania, Varsovia ha sido uno de los principales aliados de Kiev. Tusk, que ha impulsado Triángulo de Weimar —el grupo de Alemania, Francia y Polonia—, estaba este viernes en Tirana junto a sus homólogos francés, alemán y británico, para apoyar al presidente ucranio, Volodímir Zelenski en una jornada clave en las negociaciones con Rusia.
En esta campaña se han visto, sin embargo, las costuras del apoyo de la sociedad polaca al más del millón de refugiados ucranios que acoge. Nawrocki está a favor de la ayuda militar a Ucrania, pero ha azuzado el creciente malestar entre la ciudadanía que siente que los ucranios tienen privilegios frente a los polacos. “Ayudemos a los otros, pero cuidemos antes a nuestros ciudadanos”, dijo en redes sociales hace un mes. En la segunda vuelta, el candidato de PiS necesitará el apoyo de los votantes del partido de extrema derecha Konfederacja, que lleva tiempo agitando ese discurso, además de atacar a la UE.
Relación con Trump
Polonia ha priorizado siempre el vínculo trasatlántico, pero con Trump en la Casa Blanca, las certezas no son lo que eran. Nawrocki, sin experiencia en política, ha intentado capitalizar el vínculo de PiS con la internacional ultra capitaneada por el presidente estadounidense para impulsar su candidatura. A principios de mayo se reunió con Trump en el Despacho Oval, y aunque se ignora si tuvieron ocasión de hablar de algo, el encuentro dejó una foto y un mensaje de apoyo a su campaña. PiS elige a Washington frente a Bruselas. Los liberales cultivan ambas alianzas: “Creemos que las relaciones transatlánticas son una plataforma básica para nuestra seguridad, pero eso no significa que no debamos trabajar también con ese objetivo con los países europeos”, señala la diputada Pomaska.
El alcalde de Varsovia, para quien este es su segundo intento de llegar a la presidencia, tiene credenciales de sobra tranquilizadoras para Bruselas. Aunque para ampliar su electorado girado hacia el centroderecha defendiendo por ejemplo la línea dura de Tusk frente a la inmigración, es considerado progresista por su apoyo al colectivo LGTBI o el derecho al aborto.
Trzaskowski fue ministro de Europa y eurodiputado y entre sus promesas electorales está reforzar la posición de Polonia en la UE. Michal Kobosko, eurodiputado de Polska 2050, una formación de centro que forma parte del Gobierno de coalición, advierte de que si gana el candidato de los ultraconservadores, Polonia dejaría de estar en el lugar fuerte en el que le ha situado Tusk, y “se convertiría en una parte más débil de la UE”. “Nos resultará muy complicado cooperar con Alemania y Francia”, opina. “Nawrocki se convertiría en uno de los amigos y aliados clave de Trump en Europa”, añade en una cafetería en el Parlamento Europeo.
Aunque Trzaskowski lidera las encuestas, con una media de 31% de apoyos según el agregador de sondeos de Politico, Nawrocki está acortando la distancia, con el 26%. Le sigue el candidato de Konfederacja, Slawomir Mentzen, que suma en torno al 12% de apoyos. En las últimas elecciones presidenciales Trzaskowski perdió frente a Duda por un margen muy estrecho, como recuerda Kobosko. El político confía en la victoria del alcalde, pero reconoce que la popularidad del Gobierno liberal ha caído desde que llegó al poder en 2023.
La segunda vuelta pondrá a prueba el giro que se inició entonces. Será entonces cuando los polacos decidan hacia dónde quieren que vaya el país. Si sientan junto a Tusk a un aliado con el que pueda seguir conduciendo y sacar adelante las reformas para restaurar el Estado de derecho que bloquea Duda. O si volverá a tener en el asiento del copiloto, como dice un analista polaco, a alguien que rechaza acercarse a Bruselas y tira constantemente del freno de mano. Para, a la larga, dar marcha atrás.